Básicamente, la
realidad global abarcada por las propuestas poéticas de Luis Del Río Donoso
permite deslindar tres subconjuntos, intrínsecamente relacionados. Uno es el
mundo interior del poeta –reino de su sensibilidad—, que no se ofrece como compartimiento
estanco, herméticamente cerrado a las modificaciones que le imprimen los otros
dos campos de la realidad, sino que, por el contrario, se nutre y evoluciona al
contacto con las otras porciones de la realidad.
El segundo
subconjunto es el mundo de los otros, la otredad visible y la intuida, dotada
de lazos y nexos con la sensibilidad del autor y territorio de continuo
desciframiento. La otredad en la obra de Luis Del Río Donoso no es una
entelequia ni una construcción de sus sueños, sus ideas y su sensibilidad: el
autor le reconoce vida y autonomía propias, la acepta en su condición de tan
real como su mundo interior. También la entiende como territorio para el
desciframiento, de igual manera que al tercer universo donde, tanto la otredad
como su interioridad participan, luchan, se interrelacionan y se contradicen o
confluyen. Este tercer reino es la historia, donde las relaciones humanas
también se tornan (o directamente se evidencian como) relaciones políticas.
La historia, en la
obra de Del Río Donoso, no es estática ni una región abstracta, falsificada por
los diversos discursos, una suerte de escenografía más o menos convincente. Se
trata de una historia dinámica, sujeta a cambios y transformaciones constantes,
rasgos de identidad que también caracterizan a los dos mundos antes señalados,
la interioridad y la otredad. Es una historia viva y poderosa, donde todos se
relacionan y donde, además, tienen asentamiento y campo de acción las
injusticias, el horror que depara la época, la incertidumbre constante, los
crímenes factibles, el vaciamiento de sentidos, el dolor, la desgracia, el
espanto ante las causas, y los efectos políticos, sociales y económicos que
éstas deparan para el individuo y para los demás.
Esta historia
dinámica, que se relaciona dialécticamente con el individuo autor y la otredad,
nada tiene que ver con la diseñada por Hegel ni Del Río Donoso es el hombre
hegeliano, flotante en una abstracción tranquilizante, entendida como la
culminación de lo posible; tampoco es una historia señalada como el final de
toda utopía. Es una historia donde —pese al dolor ante el recuerdo del pasado y
la zozobra que puede deparar el futuro bien próximo— el autor exhibe las
fuerzas y las capacidades necesarias para modificarla, como inherentes a sí
mismo y a todos los otros hombres. Se trasluce una vena existencialista marcada
en el torrente vital que anima la obra de Del Río Donoso, mas no se trata del
existencialismo kirkergaardiano, donde “la salvación” sólo puede ser proporcionada
por una “gracia” sobrenatural, sino definitivamente cercana al existencialismo
sartreano, que no sólo acepta la existencia como una realidad, sino como un
compromiso ineludible de modificar todos aquellos aspectos de la realidad
adversos al destino del hombre, que es —definitivamente— la libertad.
Se comprende,
entonces, que la poesía de Luis Del Río Donoso no caiga nunca en la fácil
manera de “hermosear” lo real, descartando lo no estético y obviando lo
negativo, ni que acceda a referirse exclusivamente al mundo interior del poeta,
como si sólo éste existiera, en desmedro de los otros dos que Del Río Donoso
acepta y reconoce: el de la otredad y el histórico.
Muy por el
contrario: la poesía de este autor es fundamentalmente un instrumento diseñado
para indagar, aprehender, traducir los elementos que conforman esos tres mundos
aludidos, y hasta comprender las complejísimas interrelaciones que se
establecen entre su interioridad, la otredad y la historia, proyectando ese
conocimiento adquirido en el terreno de la palabra.
Es la poesía, para
Del Río Donoso, origen de sabiduría y arma de modificación, pues bien conoce la
capacidad del texto para transformar al lector, al menos, tanto como el lector
transforma al texto con su lectura.
Así, avanza el autor
hacia la creación de un cuarto mundo, el de su poética, nutrido y sostenido por
tener las raíces bien hundidas en los tres universos antes señalados. No es
tarea fácil, desde luego, pero la lectura atenta de su “Antología Poética”
permite advertir que la maestría con la que Del Río Donoso maneja un amplio
arsenal de recursos literarios posibilita arribar muy claramente al objetivo
fijado.
Como bien dice el
poeta: “Quizás una parte de la sabiduría esté en aceptar nuestras
contradicciones y evoluciones, porque sólo si aceptamos la realidad real
podremos rechazarla para inventar, en su lugar, otra realidad que nos conduzca
a cierto equilibrio de vida. Pero, ¿cómo construir lo que parece incierto?
Simplemente por la conjunción del sueño y una nueva realidad propuesta que
forma parte de nuestros ideales”. Este rechazo posterior a la aceptación —y
una aceptación que rechaza es otra formulación de un oxímoron— es la clave
misma de la estrategia poética del autor, quien conoce muy bien que comprender
es dominar y que se necesita poder (poder poético, en su caso) para
transformar, tanto las relaciones establecidas con su misma interioridad, como
las vinculantes con la otredad, la historia y el factible lector.
Este último
advertirá, al recorrer la ajustada selección de la “Antología Poética”, que
abarca tres poemarios del autor, ciertas constantes que son muy propias de la
poesía de Luis Del Río Donoso y otras que escapan a la mediana capacidad de
quien escribe este breve comentario. Algunas de ellas son: a) la poderosa
concisión que anima sus versos, bien estructurados y cerrados sobre el
significado, sin enamoramientos de imágenes y metáforas superfluas que, fuera
de su valor meramente estético, empañan casi siempre el sentido final de poemas
que tienen otra factura; en Del Río Donoso, imágenes y metáforas, así como
cualquier otro de los recursos que emplea, son definitivamente funcionales al
eje de sentido que guía el poema; b) el empleo de los iconos culturales
pregnantes (las referencias culturales) en función de lo mismo anterior, sin
cultismos porque sí, sino como reforzamiento del sentido, al mostrar en la
historia cultural ejemplos, parábolas y semejanzas, asimilables a la actualidad
de su interioridad, la otredad o la historia presente; c) el uso –en general—
de un lenguaje aparentemente llano y directo, engañoso recurso que esconde una
muy compleja construcción que ha sido pacientemente depurada, con una labor de
taracea que no atiende a decorar, sino a limpiar de exceso y de futilidad lo
que se quiere sea un verso contundente y preciso.
Por no abundar: un
libro necesario, hoy, para entender uno de los mejores rumbos de la poesía
contemporánea. En un tiempo de zozobras, una poesía que no vacila.
Buenos Aires, diciembre de 2011
Luis del Río
Donoso nació en Santiago de Chile, 1944. Sus primeras metáforas provienen
del universo de los barrios populares en Santiago. Después del golpe de Estado
del General Pinochet se exilia en Venezuela (1977), donde reside siete años. En
Caracas, Ediciones Formateca edita sus primeros poemarios, Para ti, mujer y
Caminos del viento. Desde 1984, vive en París. Aprende el idioma, obtiene
un Doctorado en Historia y un Máster en Literatura, en la Universidad de la
Sorbona. Desde 1986, crea y dirige la revista bilingüe La Puerta de los Poetas.
Ediciones La Puerta edita sus poemarios Poemas de amor para escribir un
bolero (1990), Huellas (1991) y Miradas en el
espejo del otro(1994). Ediciones Indigo edita El tallador de sueños,
París, 1999; Antología Poética presentada en el XXI Salón del
Libro de París (Marzo 2001). Sus textos aparecen en Escrituras
latinoamericanas de fin de siglo en París, Ediciones Vericuetos 14, París,
1998; Lejos del origen, Linajes Ediciones, México, 2001;Antología
Franco-latinoamericana, Ediciones La Puerta/New Legend, París, 1999;El
París Latinoamericano, Antología de escritores latinoamericanos en
París(bilingüe), Ediciones Indigo, París, 2006. En enero 2008,
publica El exilio de la Cigüeña (poemario), Ediciones
Les 4 Saisons, París y la versión española, Ediciones Solman de Ciudad Real,
España. Es editor, conferenciante y desarrolla proyectos multiculturales en
Francia, Europa y América Latina.
ACERCA
DEL AUTOR
Luis
Benítez, Buenos Aires, 1956. Poeta, narrador, ensayista y dramaturgo argentino.
Miembro de la Academia Capítulo de New York (Columbia University); de la World
Poets Society (Grecia); de la International Society of Writers (EE.UU.); del
Advisory Board de World Poetry Press (India), Miembro Honorario del IFLAC
(International Forum for a Literature and a Culture of Peace) y de la Sociedad
de Escritoras y Escritores de Argentina. Publicó 15 libros de poesía,
narrativa, ensayo y teatro en Argentina, Chile, España, EE.UU., México, Uruguay
y Venezuela. Su obra recibió el Premio Bienal de la Poesía Argentina (Buenos
Aires, 1991); el Premio de Poesía de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat
(Buenos Aires, 1996); el Premio Internacional de Ficción (Uruguay, 1996); el
Primo Premio Tusculorum di Poesia (Italia, 1996), el accésit del 10me. Concours
International de Poésie (Paris, 2003) y el I Premio Internacional “Macedonio
Palomino” (México, 2007).